Se dice que la centralidad tradicional de San Antonio de Prado gira en torno al parque y que sus habitantes se mezclan entre oriundos y personas que han ido llegando al corregimiento desde diferentes lugares de Medellín y de otros municipios cercanos como Heliconia, Itagüí, Armenia, Betulia, Ebéjico, entre otros.
Las veredas continúan representando la ruralidad del corregimiento, en ellas predomina la importancia de la familia y la vida de campo, entendida esta última a través del jornal y el descanso dominical. La mayoría de las mujeres aún permanecen en los hogares dedicadas a labores de casa y crianza de los hijos e hijas; los hombres a su vez dan continuidad a la tradición Antioqueña de ser quienes llevan el sustento a sus hogares luego de largas jornadas de trabajo.
Sin embargo las mujeres del corregimiento han comenzado a empoderarse de su bienestar y su progreso. Es por ello que muchas de ellas se han vinculado a diferentes instituciones educativas que les posibilitan la culminación de sus estudios en: Educación Básica, Educación Media y Vocacional. Igualmente se vienen ofreciendo múltiples cursos de formación en: elaboración de productos cosméticos, productos de aseo personal, conservas de alimentos, culinaria, bordado, entre otros. A través de dichos cursos las mujeres vienen modificando su rol dentro de la sociedad y al interior de sus familias, sintiéndose miembros activos y permanentes que contribuyen a que sus hogares y su comunidad crezca y se fortalezca para mejorar los niveles en la calidad de vida que cada uno y cada una se merece.
López Sandra. Bueno Conocido, Bueno por Conocer. Relatos Diversos. Memoria Cultural San Antonio de Prado 2008.
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